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Lute Makandé, el inventor de ‘El Huevo o la Gallina’ | Vídeo

El primer personaje que se descubre en el Callejón de Graná, el autor de una canción que aquí se presenta, que dará mucho que hablar y de la que llegarán más acordes

¿Qué fue antes? ¿El huevo o la gallina? Un gran dilema que, sin duda, te habrás preguntado mil veces o, cuando menos, habrás escuchado otras dos mil. Pues lo mismo ha hecho el Lute Makandé, que le ha dedicado una canción a esta noble cuestión.

Ahora surge la cuestión: ¿quién es el Lute Makandé? Y aquí es cuando ya se complica todo, porque no es nada fácil contestar esto. El Lute se ha convertido en un personaje del Callejón de Graná y, cuando digo personaje, quiero decir, auténtico personaje que da mucho juego y que dará más que hablar.

Lo realmente inverosímil es la manera en la que el Lute entró en el Callejón. Por cuestiones que casi mejor no recordar, después de una noche vivida junto a otro personaje top de Granada, bueno, mejor dicho, de la noche granadina, surgió en Calle Elvira, a lo lejos, la figura de un chaval ataviado con un chándal y una guitarra remendada con cinta aislante naranja colgada del cuello.

La cosa prometía, esto pintaba a que se aproximaba un personaje de los que hacen historia, antológico… y así fue. Lo vivido allí en aquella mañana no tuvo desperdicio. Se trataba del Lute Makandé que, jaleado por las palabras de guasa y sorna de un grupo de cuatro trasnochados, se arrancó con su mega hit ‘El Huevo o la Gallina’, una oda a la famosa paradoja de la naturaleza.

Si este hecho se cuenta, no es creíble. Por suerte, la cámara del Callejón captó buena parte de esta historia que hoy se narra aquí. El Lute tocó aquella guitarra, que sonaba igual que el instrumento que portaba el compañero de la famosa flamenca que todas las abuelas tenían en lo alto de su televisión, en la que apenas podían sintonizarse dos canales (o incluso uno).

Al son solo de dos acordes, se arrancó y empezó a cantar una letra que no había por donde cogerla, pero que se pegaba más que las sartenes sin teflón. Una melodía con un estribillo demoniaco, tan pegadizo que aún no me sale de la cabeza y ante el que todos los presentes, además de los viandantes que miraban sorprendidos, sucumbíamos.

“No estoy loco, soy raro y especial”. Si alguien te canta esto, lo que menos piensas es que esté bien amueblado. Pero si alguno de los palmeros se arranca y se pone a hacerle los bailes y los coros, ya es que no puedes más con tu vida. ¡Te meas de la risa! Por mucho que uno quiera contarlo, es mejor verlo.

EL LUTE MAKANDÉ Y EL HUEVO O LA GALLINA Vol.1

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